
A fines de 1917, en una Asamblea de representantes
nacionalistas en las Corporaciones locales vizcaínas, el concejal de Bilbao,
Fernando Batarrita, planteó por vez primera la creación de una Caja de Ahorros
Vizcaína. El 29 de
septiembre de 1919, Jesús Rodríguez Villachica y Ramón de la Sota y Aburto presentaron a la Diputación
vizcaína una moción en la que proponían la creación de una Caja de Ahorros
Provincial, haciéndose eco de la propuesta nacionalista de dos años antes.
El objetivo inicial de esta Caja fue responder al
establecimiento del Seguro de Vejez, en 1920. Pero además, la Caja también
sirvió como elemento de financiación de la propia Diputación, que como
promotora y fundadora, disponía de sus capitales para ampliar su propia
política de beneficencia y otras más distantes de ella como veremos. De hecho,
en sus primeros años de funcionamiento su obra social se encontraba
entremezclada con la política de beneficencia de la Corporación provincial.
Tras
los trámites pertinentes, fue aprobada por la Diputación su creación el 31 de
marzo de 1920, con lo que comenzó su puesta en marcha.
Se inspiró en el modelo vigente en la
Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, entidad de la que procedía, además, el
consejero–delegado, Aniceto Dúo. Tras su dimisión en 1922 José Gainzaráin fue
nombrado director, rigiendo los destinos de la entidad hasta 1937, en que fue
depurado.
Su sustituto fue Francisco Greño Pozurama,
nombrado subdirector interino a finales de julio y, desde marzo de 1938, Director
General, cargo en que estuvo hasta 1971. Fue Rafael Barbier desde entonces el
encargado de iniciar el proceso de transformación de la Caja en una entidad
financiera moderna y plenamente equiparable a los bancos, de informatizar su gestión
así como de reorganizar su estructura administrativa y su plantilla, proceso
que culminará en las reformas llevadas a cabo en la estructura y organización
de la entidad a principios de los años ochenta.
La Caja de Ahorros Vizcaína tuvo
evidente éxito, siendo muy activa en su obra social en la financiación de casas
baratas en los años veinte y treinta. Además de las libretas de ahorro, mantuvo
como producto estrella la imposición a plazo. Por el lado de los costes le
supuso un gran ahorro aprovechar la red de cuarteles y al propio personal de
los Miñones de Vizcaya (la policía provincial) para gestionar las oficinas que
desde bien pronto comenzó a extender por la provincia.
Su expansión vino de la mano de la
ampliación de oficinas, desde los años veinte –en muchos casos los puestos de
miñones– y sobre todo desde los años cuarenta y una publicidad muy inteligente.
La Ley de Ordenación bancaria de 1921, estableció una separación radical entre
los bancos y las cajas, que perduró hasta 1977. Las cajas eran calificadas como
“instituciones de ahorro popular”, con unas funciones financieras muy limitadas
en comparación a la banca privada, y sometidas a la tutela del gobierno. El
Estado, sobre todo desde 1962, impuso crecientes obligaciones a las Cajas para
que destinaran recursos a la adquisición de deuda pública del Estado y a sus
obras sociales.
No fue hasta la Ley de 1977 en que
prácticamente se igualaron las funciones de las cajas con los bancos, lo que
supuso un aumento de la cuota de marcado de las cajas en un marco de creciente
competencia. Durante el decenio de 1970 lo más destacable fue el aumento del
número de sucursales y de la plantilla, así como la mecanización e
informatización progresiva de la operatoria de la entidad.
Su sede original estuvo en el Palacio
Provincial, pero en 1926 se trasladó al edificio que fue del Crédito de la
Unión Minera, en la plaza Circular. Muestra de su modernización fue la
inauguración del nuevo edificio social de la entidad en Gran Vía 30-32, en
1984.
La democracia y la creciente
competencia en el sector hizo que se modificasen las normas de funcionamiento
de las cajas, separando el puesto del presidente de la Caja del de la
Diputación, de forma que José María Makua fue el último Diputado General que
fue presidente de la Caja de Ahorros Vizcaína, y ya en los ochenta, además de
profesionalizarse aún más la gestión, se comenzó a estudiar en serio la fusión
con la Caja de Ahorros Municipal.
Las dos Cajas de Ahorros de Bizkaia
lideraron ese proceso de fusión constituyendo a principios de 1990 Bilbao Bizkaia
Kutxa, que así fue la primera entidad financiera de la provincia, la tercera
Caja de Ahorros y la décima entidad financiera de España (por recursos ajenos a
31 de diciembre de 1990).
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1980
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1986 HF
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1988 HF
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1992 HF
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